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Desafíos asociados a la enfermedad arterial periférica (EAP)


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La enfermedad arterial periférica (EAP) puede no ser la causa más importante de mortalidad prematura en sí misma o como parte de las enfermedades cardiovasculares (ECV) en general, que constituyen la causa más importante de la mortalidad en todo el mundo. Sin embargo, su presencia es un indicativo de una posible aterosclerosis sistémica y, por lo tanto, es un indicador independiente importante de mortalidad general y cardiovascular.

Diversos estudios han demostrado que las mediciones del ITB (índice tobillo-brazo) (el método de diagnóstico más rentable y conveniente para la EAP) pueden mejorar la precisión de la predicción del riesgo cardiovascular más allá de la FRS (puntuación de riesgo Framingham) [1]. Además, los pacientes con EAP sufren un riesgo significativamente mayor de mortalidad en general, con estimaciones de mortalidad a 5 años en la región del 30% (versus el 10% del grupo de control sin EAP); aproximadamente el 75% de las muertes son de naturaleza cardiovascular [2].

Tampoco sorprende que muchas personas con EAP también tengan otras ECV, como la enfermedad arterial coronaria (EAC), que es la causa más importante de muerte en el mundo (entre las ECV y por sí sola) [3]. Los estudios han indicado que entre el 22 y el 42 % de los pacientes con EAC también tienen EAP y esos pacientes salen peor parados (a nivel de salud) que los pacientes que solo tienen EAC [4-7]. La EAP también es un buen indicador de la estenosis de la arteria carótida y el riesgo consecuente de derrame cerebral [8].

Con un valor indicativo tan bien documentado para la salud cardiovascular, cabría esperar que las organizaciones internacionales de salud dedicasen más recursos a la detección y el tratamiento de la EAP, especialmente en los grupos de riesgo. Lamentablemente, nada podría estar más lejos de la realidad, ya que muchas personas con EAP no son diagnosticadas hasta que la enfermedad ya está avanzada y/o ha empezado a mostrar síntomas patentes, o el paciente ha sido hospitalizado porque se le ha diagnosticado otra ECV y EAP de forma accidental. En esa fase, la EAP puede ser difícil de tratar, con complicaciones que van de úlceras por insuficiencia arterial (úlceras isquémicas) a gangrena y posterior amputación.

Número de pacientes no diagnosticados con enfermedad arterial periférica (EAP)

Como ocurre con muchas otras enfermedades, no existen cifras exactas sobre la prevalencia de la EAP, solo existen estimaciones: cerca de 202 millones de personas en 2010 padecieron EAP [8]. Actualmente, esta cifra es superior, ya que la EAP es más común en las personas mayores (uno de los factores de riesgo) y en las poblaciones del mundo que, al menos en los países desarrollados, envejecen rápidamente. El único aspecto más preocupante que el número creciente de pacientes con EAP es el hecho de que muchos no son diagnosticados a pesar de los avances en los métodos de diagnóstico, específicamente para evaluaciones a gran escala y el conocimiento de los factores de riesgo.

En el año 2000 se registraron unos 8,5 millones de personas con EAP en los Estados Unidos de América. No se sabe cuántos de ellos lo siguen siendo en la actualidad, pero se cree que la cifra podría ser mayor [9]. Estas cifras tan altas están siempre relacionadas con costes sanitarios altos, que se deben, sobre todo, a las dificultades en el tratamiento de la EAP en estado avanzado. Se ha estimado que los gastos médicos anuales para pacientes con EAP ascienden a 11.553 $ (cifra superior al doble en comparación con los pacientes sin EAP) durante el periodo situado entre 2011 y 2014 [10].

Una fracción considerable de estos costes está relacionada con el tratamiento de las úlceras por insuficiencia arterial (úlceras isquémicas). Estos tipos de úlceras son menos frecuentes que las úlceras causadas por la enfermedad venosa crónica (cerca del 72 % de todos los casos), por lo que solo representa del 10 al 30 % de tales casos, pero lamentablemente tienen un tratamiento muy complejo y costoso [11]. A modo de comparación, un estudio de los gastos médicos para el tratamiento de heridas crónicas no cicatrizantes en 2014 estimó que el coste global del tratamiento de las úlceras arteriales ascendía a 2,08 mil millones de $, mientras que las úlceras venosas representaban solo 0,72 mil millones de $ (casi tres veces menos) [12].

Dejando a un lado el impacto económico, el resultado más grave de la EAP es la amputación de las extremidades inferiores y el aumento del riesgo de mortalidad posterior. El diagnóstico de isquemia crítica del miembro (ICM), el estado avanzado de la EAP que se manifiesta como dolor en reposo isquémico, gangrena y úlceras de insuficiencia arterial, está asociado con un aumento considerable de la mortalidad. Los índices de mortalidad registrados van del 20% para un periodo de 6 meses desde el momento del diagnóstico, al 50% para un periodo de 5 años después del diagnóstico [13-15]. Los índices de amputación son por consiguiente bastante altos, del 10 al 40 % (para un periodo de 6 meses) [16, 17].

Entre los años 2000 y 2008 se produjeron 186.338 amputaciones de las extremidades inferiores (en cerca de 3 millones de pacientes hospitalizados) a causa de la EAP en Estados Unidos (datos de US Medicare) [18].

La situación en Europa no es mucho mejor, tanto a nivel de prevalencia de la EAP como por su impacto socio-económico. Se estima que cerca del 20 % de personas de mediana edad (65–75 años) en el Reino Unido tienen EAP, pero que solo una cuarta parte de esas personas presentan los síntomas típicos de la enfermedad [19].

Como ocurre en Estados Unidos, los costes asociados al tratamiento de la EAP son considerables y van de 1087 £ para tratamientos generales (conservadores) a 5378 £ para cirugía de bypass femoral-tibial y 5994 £ para amputación, por paciente [20]. El precedente para la amputación es naturalmente el diagnóstico de ICM: cada año se registran entre 500 y 1000 nuevos casos por un millón de habitantes que (en total) cuestan al NHS (Servicio Nacional de Salud) más de 200 millones de libras esterlinas [21]. Además, la EAP es la principal causa de amputación, representando el 90 % de 5000 amputaciones de pierna cada año [22].

Las cifras de prevalencia y morbilidad son similares en otros países europeos como Suecia. Varios estudios han demostrado que casi una quinta parte de las personas en edad avanzada (60-90 años) sufren EAP y que las mujeres tienen índices más altos de la forma asintomática de la enfermedad [23]. Los costes son comparables o ligeramente superiores; el tratamiento de pacientes con EAP en el periodo situado entre 2006 y 2014 ascendieron, de media (promedio de costes médicos totales), a 10.357 € [23].

Las cifras de prevalencia y morbilidad son similares en otros países europeos como Suecia. Varios estudios han demostrado que casi una quinta parte de las personas en edad avanzada (60-90 años) sufren EAP y que las mujeres tienen índices más altos de la forma asintomática de la enfermedad [23]. Los costes son comparables o ligeramente superiores; el tratamiento de pacientes con EAP en el periodo situado entre 2006 y 2014 ascendieron, de media (promedio de costes médicos totales), a 10.357 € [23].

Las cifras de prevalencia y morbilidad son similares en otros países europeos como Suecia. Varios estudios han demostrado que casi una quinta parte de las personas en edad avanzada (60-90 años) sufren EAP y que las mujeres tienen índices más altos de la forma asintomática de la enfermedad [23]. Los costes son comparables o ligeramente superiores; el tratamiento de pacientes con EAP en el periodo situado entre 2006 y 2014 ascendieron, de media (promedio de costes médicos totales), a 10.357 € [23].