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Enfermedad arterial periférica enmascarada: definición, grupos de riesgo y detección


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Al estar oculta por los síntomas de otras afecciones, la enfermedad arterial periférica (EAP) supone una amenaza significativa para las personas, especialmente las personas mayores y aquellas que padecen comorbilidades específicas. Ser consciente de sus peligros y de los grupos de riesgo a los que afecta es crucial para su detección y tratamiento. Este blog arroja luz sobre estas cuestiones y permite adentrarse en la detección de la EAP enmascarada. Para obtener información completa sobre la EAP enmascarada, sus consecuencias y los grupos de riesgo, mire la siguiente conferencia [3] del Prof. Tristan Mirault de la Université Paris Cité (disponible en francés). 

En este blog, obtendrá la siguiente información:

¿Qué es la enfermedad arterial periférica enmascarada?

La enfermedad arterial periférica (EAP) es una afección caracterizada por el estrechamiento de las arterias periféricas, es decir, arterias que no están en el corazón, pero que suministran la sangre del corazón a otras partes del cuerpo. La EAP suele utilizarse como sinónimo de la EAPMI (enfermedad arterial periférica de miembros inferiores), ya que afecta más comúnmente a las arterias de las extremidades inferiores. [1]

La EAP es difícil de detectar, ya que la mayoría de los pacientes no experimenta ningún síntoma. Un síntoma bastante conocido de la EAP es la claudicación intermitente, que se define como «dolor musculoesquelético de las extremidades inferiores que ocurre durante el ejercicio», incluso al caminar. [2] Se produce debido al suministro de oxígeno insuficiente a la musculatura y se detiene cuando el paciente descansa.

Cuando una enfermedad está enmascarada, sus síntomas no se reconocen fácilmente o se atribuyen a otras causas, lo que puede dar lugar a un diagnóstico erróneo o tardío. Las enfermedades enmascaradas suelen tener síntomas sutiles o atípicos, por lo que pueden confundirse con los de otras afecciones o pasar totalmente desapercibidos.

En el caso de la EAP enmascarada, el dolor en la parte inferior de la pierna podría atribuirse a diferentes factores como, por ejemplo, la edad avanzada, o es posible que no se manifieste en absoluto porque el paciente con otras comorbilidades quizás no sea capaz de caminar una distancia lo suficientemente larga para el desarrollo de la claudicación intermitente. Es posible que el dolor tampoco se presente debido al entumecimiento de los pies, que puede ser causado por diversos factores, tales como la neuropatía periférica (provocada, por ejemplo, por la diabetes). En todos estos casos, la presencia de una afección cardiovascular, como la EAP, podrá permanecer oculta durante mucho tiempo. Sin embargo, una detección a tiempo es crucial, ya que la EAP no solo puede dar lugar a amputaciones, sino que «está estrechamente relacionada con la mortalidad, sobre todo como un fuerte indicador de un futuro infarto de miocardio o accidente cerebrovascular». [1]

¿Quién está en riesgo de padecer la enfermedad arterial periférica enmascarada?

Al intentar detectarla EAP, se deben tener en cuenta los grupos de riesgo que están amenazados por esta enfermedad y que deberían someterse a un examen para su detección.

No obstante, los pacientes con comorbilidades que puedan obligarlos a llevar un estilo de vida sedentario deberían considerarse como potencialmente amenazados por la EAP enmascarada, ya que no suelen practicar suficiente ejercicio (caminar) para que se manifieste un síntoma, como es la claudicación. Normalmente, estas comorbilidades son afecciones graves que ocupan un lugar central en el tratamiento y en la vida del paciente, por lo que los chequeos médicos suelen centrarse en su manejo (cumplimiento del tratamiento farmacológico y prevención de heridas).

A continuación, le mostramos algunos ejemplos ilustrativos de los pacientes a los que pueden atender los especialistas y los médicos de atención primaria en su consulta diaria: [3]

Una paciente de edad avanzada

La paciente es una persona mayor que usa un andador. Sus paseos se limitan principalmente a ir del sillón a la cama y viceversa. Ya no va a las tiendas ni a ninguna otra parte a pie, por lo que no se manifestarán los síntomas de la claudicación intermitente.

Un paciente fumador con EPOC y terapia de oxígeno domiciliario

El paciente cubre distancias a pie muy cortas, ya que se queda sin aliento rápidamente. Por tanto, se ve obligado a sentarse y descansar. Las distancias son demasiado cortas para que aparezca la claudicación causada por el esfuerzo físico.

Una paciente diabética e hipertensa con neuropatía periférica

No sale a la calle a pie porque puede lesionarse sin querer debido a la neuropatía periférica. Es consciente de la posibilidad de que las heridas y los cortes en su pie no cicatricen de forma adecuada, lo que podría dar lugar a la amputación. Por tanto, se queda en casa llevando calzado cómodo. Su estilo de vida sedentario evita que la claudicación dé la cara.

Un paciente con insuficiencia cardíaca

El número de pasos que da y cualquier otro esfuerzo físico están seriamente limitados por su dificultad para respirar. La mayoría de las consultas médicas se centrarán en si está siguiendo su régimen de medicación.

Un paciente con angina de pecho

La situación es similar a la del perfil anterior. Cualquier esfuerzo físico se ve bastante afectado por la disnea y el dolor de pecho. Estos síntomas serán el elemento central de sus exámenes médicos.

¿Cómo podemos detectarla?

Los síntomas de la claudicación intermitente son similares a los del dolor musculoesquelético, la estenosis espinal y la claudicación venosa. La claudicación intermitente puede aparecer de muchas formas, que abarcan desde dolor intenso hasta calambres en diferentes áreas de la pierna (en función de la ubicación del estrechamiento arterial). [2] Todos estos síntomas requieren un examen detenido para determinar la causa real.

En el caso de la EAP enmascarada, los síntomas de claudicación, como pierna fría, entumecimiento, dolor en la pierna de noche en la cama, piel del pie sin vello, brillante y con rojeces y úlceras, y piel de la pierna pálida (al elevarla) y roja (al bajarla) [4], podrían ser un indicio de la afección.

Se recomiendan 2 exámenes sencillos en las piernas como primer paso: [3]

Palpación del pulso en las extremidades inferiores

La palpación del pulso forma parte del exhaustivo examen clínico inicial. Cabe destacar que debería ir acompañada de una comparación visual bilateral de ambas extremidades inferiores que determine los factores de riesgo cardiovascular del paciente y tenga en cuenta factores adicionales que puedan estar presentes.

La ausencia de pulso es un buen indicador de EAP. Sin embargo, la presencia de pulso no descarta la presencia de EAP. [3] Por este motivo, resulta esencial la combinación de la palpación del pulso y el siguiente examen.

La medición del índice tobillo-brazo

Las directrices de la ESC de 2017 [5] recomiendan una medición precoz del ITB para:

  1. pacientes con sospecha clínica (pulso imperceptible, claudicación o síntomas que sugieren la presencia de EAMI o heridas que no cicatrizan);
  2. pacientes con afecciones clínicas (que aumentan el riesgo de padecer la enfermedad); EAC, insuficiencia cardíaca, aneurisma aórtico abdominal o ERC;
  3. sujetos asintomáticos en situación de riesgo;
  • pacientes menores de 50 años: historial familiar de EAMI;
  • pacientes menores de 65 años: factores de riesgo cardiovascular (diabetes, hipertensión, consumo de tabaco o dislipidemia);
  • pacientes mayores de 65 años: todos.

El índice tobillo-brazo automatizado es una forma rápida y eficaz de medir el ITB (tenga en cuenta que, en el Reino Unido, solo pueden utilizarse mediciones del ITB manuales Doppler en pacientes con úlceras en las piernas de conformidad con las Directrices NICE de 2023). Dado que esta prueba solo tarda unos minutos, los pacientes del grupo de riesgo de EAP pueden examinarse de forma rápida y eficaz, y también puede ser de gran ayuda como un primer paso cuando se sospecha de la presencia de EAP enmascarada. En función de otras comorbilidades del paciente, cuando hay presentes arterias no comprimibles, puede utilizarse la medición del índice tobillo-brazo.

Descubrir la enfermedad arterial periférica enmascarada conlleva un esfuerzo de los pacientes y de los proveedores de asistencia sanitaria. Al estar atentos a síntomas sutiles, adoptar medidas preventivas y buscar asistencia médica a tiempo, los pacientes pueden mitigar las consecuencias potencialmente graves de esta amenaza silenciosa. Para lograrlo, los proveedores de asistencia sanitaria deberían hacer hincapié en la importancia de la detección precoz de la EAP en los grupos de riesgo, ya que esto contribuirá significativamente a los resultados del tratamiento.

Prof. Tristan Mirault, médico y doctor en medicina 

El Prof. Tristan Mirault es especialista en medicina interna y vascular. Trabaja en la Universidad Paris Cité y en el hospital Hôpital Européen Georges Pompidou de París (Francia). Su investigación se centra en enfermedades vasculares genéticas e inflamatorias, así como en las propiedades biomecánicas de la pared arterial.