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La prueba de marcha de 6 minutos (6MWT) en el tratamiento de los pacientes con insuficiencia cardíaca


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Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son, junto con el cáncer, la principal causa de mortalidad en el mundo desarrollado y una creciente preocupación en las regiones en vías de desarrollo, debido principalmente a los índices de consumo de tabaco, que siguen siendo inaceptablemente altos. Sin embargo, a pesar de este y de otros conocidos factores de riesgo relacionados con el estilo de vida en ambos tipos de enfermedades, muchas personas siguen optando por darse el capricho y se convencen a sí mismas de que los peligros asociados son menos graves de lo que se indica, lo que hace que los médicos deban mitigar el daño ya causado y evaluar cualquier disminución de la capacidad funcional. Esta suele ser una tarea compleja, especialmente en el caso de afecciones crónicas, como la insuficiencia cardíaca (IC), y de comorbilidades de la principal enfermedad (enfermedad cardiovascular).

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En este blog, conocerá:

¿Cuáles son los factores de riesgo y la prevalencia de la insuficiencia cardíaca?

Hay varios factores de riesgo reconocidos de la IC, siendo los más destacados la hipertensión y la enfermedad arterial coronaria (EAC) [1, 2]. Estrechamente relacionados con los anteriores están otros factores de riesgo cardiovasculares, como la obesidad (los pacientes obesos tienen el doble de riesgo de padecer IC), la diabetes mellitus y el consumo de tabaco [3, 4, 5, 6]. No hace falta decir que las personas que se incluyen en varios grupos de riesgo, cuyo número es bastante significativo, o que presentan otras comorbilidades (incluso de carácter no cardiovascular) están en peores condiciones en términos de morbilidad y mortalidad [7, 8, 9, 10].

Los índices de prevalencia varían ampliamente entre diferentes regiones, pero están correlacionados (hasta cierto punto) con el aumento o la disminución de los factores de riesgo anteriormente mencionados. Se estima que, solo en Estados Unidos, hay 6,2 millones de adultos con IC, cifra que en 2006 era de 5,8 millones, mientras que la prevalencia a nivel mundial se cree que es superior a los 37,7 millones de personas [11, 12, 13]. En general, se estima que el riesgo de sufrir IC en el transcurso de la vida de una persona de 40 años de edad es del 21,0 % para los hombres y del 20,3 % para las mujeres, pero dicho riesgo se duplica en aquellos individuos con una presión sanguínea alta (≥ 160/100 mmHg) en comparación con los que tienen una presión sanguínea inferior a 140/90 mmHg [14]. No obstante, con independencia de cómo han desarrollado la IC, los pacientes suelen presentar una capacidad funcional y una calidad de vida considerablemente deterioradas, especialmente los que se encuentran en la última fase de la enfermedad (fase 4).

¿Qué morbilidad y mortalidad se asocian a la insuficiencia cardíaca?

El diagnóstico de la IC se asocia a una disminución de la capacidad funcional, así como a una considerable mortalidad a corto plazo, si estos pacientes se comparan con otros que no sufren la enfermedad. Normalmente, los pacientes con IC de clase A (preinsuficiencia cardíaca) apenas presentan síntomas o son asintomáticos, y los que padecen IC de clase B solo muestran síntomas de poca importancia y, en general (al principio), únicamente reciben indicaciones para reducir su carga de trabajo y cambiar su estilo de vida (dejar de fumar, realizar actividad física habitualmente, seguir una dieta sana, etc.), mientras que los que sufren IC de clase C ya manifiestan una visible morbilidad (fatiga, palpitaciones y disnea) [15]. Los peores resultados los sufren los pacientes con IC de clase D o en la fase final, los cuales presentan la peor tasa de supervivencia de cinco años [16].

En términos de mortalidad, el diagnóstico de la IC suele asociarse a una tasa de mortalidad (absoluta) del 50 % en los cinco primeros años desde su detección [17]. De forma más específica, las tasas de supervivencia de cinco años representan el 97 % en los pacientes con IC de clase A, el 96 % en el caso de aquellos que sufren la clase B de la enfermedad, el 75 % en las personas con clase C y solo el 20 % en los pacientes que se encuentran en la fase final de la IC [18]. Aunque se trata de unas cifras graves, han mejorado considerablemente en las últimas décadas debido a los avances en los métodos de tratamiento. No obstante, estas intervenciones no son económicas.

¿Cuál es el impacto económico de la insuficiencia cardíaca?

Al igual que ocurre con muchas otras ECV y afecciones complejas, el tratamiento de la IC constituye un esfuerzo que tiene un alto coste y viene acompañado de retos relacionados con la gravedad de la enfermedad (fase) y las posibles comorbilidades que impiden el uso de métodos de tratamiento específicos o exacerban síntomas existentes. Se estima que el lastre económico global de la IC representa 108 000 millones de USD anuales (de los cuales 65 000 millones están asociados a costes directos, y 43 000 millones, a costes indirectos) [18].

Estados Unidos representa la mayor parte de todos los países objeto de estudio, con un 28,4 % de todo el gasto [18]. Europa no se queda muy atrás: se estima que el coste nacional de la IC en Alemania en 2006 fue de 2900 millones de euros, mientras que se calcula que el coste anual de la IC en Francia es ligeramente inferior a los 1000 millones de euros [18, 19, 20]. Aun así, las estimaciones de coste varían ampliamente en función de los gastos que tienen en cuenta los investigadores de datos como, por ejemplo, los procedimientos de diagnóstico, aunque algunos factores no son tan costosos como otros.

¿Cómo se utiliza la prueba de marcha de 6 minutos (6MWT) en los pacientes con insuficiencia cardíaca?

La capacidad funcional (ejercicio) se ve considerablemente afectada en los enfermos con IC, especialmente en el caso de aquellos que sufren la enfermedad de clase C y D, por lo que la prueba 6MWT se presta como un método de evaluación casi ideal. Es económica, no requiere disponer de equipos especializados, no es invasiva y se tolera bien por prácticamente todos los pacientes, salvo aquellos con una movilidad considerablemente reducida.

En pacientes con IC, la prueba 6MWT tiene un valor pronóstico general como evaluación de la capacidad para realizar actividades submáximas de la vida diaria y como indicador de la mortalidad, además de como referencia a la hora de evaluar la eficacia de las intervenciones terapéuticas [21, 22]. Una disminución del rendimiento en la puntuación de la prueba 6MWT en los pacientes con IC está asociada a una mayor mortalidad, eventos cardiovasculares no fatales y hospitalizaciones, principalmente en las clases B y C de la IC [23, 24, 25, 26, 27].

En cambio, las mejoras en la prueba 6MWT suelen deberse (en ausencia de otros factores) a la efectividad de las intervenciones terapéuticas (fármacos, cirugía, etc.). Varios estudios han demostrado su usabilidad a la hora de evaluar la efectividad de los fármacos bloqueantes β-adrenérgicos en el tratamiento de la IC, los dispositivos de asistencia ventricular izquierda (DAVI) y la terapia de resincronización cardíaca (TRC) [28, 29, 30, 31].

La evaluación de la capacidad funcional en los pacientes con insuficiencia cardíaca (IC) puede llevarse a cabo de forma práctica con la prueba 6MWT, que también puede utilizarse para identificar mejoras debido a las intervenciones terapéuticas o cualquier disminución de la capacidad a causa del empeoramiento de la enfermedad.