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Retos y tendencias de la telemedicina


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La actual pandemia ha arrojado luz sobre las muchas vulnerabilidades de incluso los sistemas sanitarios más avanzados, cuyos recursos se han estirado hasta el punto de romperse. Evidentemente, esta situación no solo ha perjudicado a los pacientes infectados por el virus de la COVID-19, sino también indirectamente a los enfermos afectados por el deterioro de la calidad del servicio o del acceso a tratamientos preventivos o, incluso, de emergencia.

Las repercusiones que la situación tendrá en estos pacientes que no han recibido un tratamiento o cuyo tratamiento es insuficiente seguirán sintiéndose, sin lugar a dudas, cuando haya terminado la pandemia o, al menos, se hayan relajado algunas de las medidas preventivas más restrictivas. Sin embargo, esto también podría propiciar el impulso necesario para una mayor expansión de la telemedicina, que puede resultar muy útil en momentos como los que estamos viviendo, y para el desarrollo de nuevas soluciones tecnológicas que permitan mitigar algunos de los retos a los que se enfrenta en la actualidad y que impiden su uso más extensivo.

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En este blog, conocerá:

¿Qué es la telemedicina?

La telemedicina se define como «el uso de tecnologías electrónicas de información y comunicación para ofrecer y facilitar un servicio de asistencia sanitaria cuando la distancia separa a los participantes» [1]. La propia palabra fue acuñada en 1970 por Thomas Bird a partir de la palabra griega «tele» y del término latín «medicus», que, combinados, significan literalmente «curar a distancia» [2]. Pero ¿qué es realmente la telemedicina y qué formas adopta?

En otras palabras, a través del uso de los canales modernos de telecomunicaciones como, por ejemplo, Internet, los profesionales médicos diagnostican enfermedades utilizando la información proporcionada por los propios pacientes mediante el uso de una cámara web (vídeo en directo) o de otro personal médico situado en la ubicación del paciente, además de seguir el progreso de la enfermedad, formular recomendaciones sobre si es necesario aumentar el tratamiento e, incluso, realizar operaciones de forma remota utilizando robots. Obviamente, no todas las especialidades están igual de bien representadas, ni su aplicación es viable de forma remota: algunas de las aplicaciones más exitosas son, por ejemplo, la teledermatología y la telecardiología, estando esta última íntimamente ligada a los inicios de la propia telemedicina [3, 4].

A pesar de que el término tiene medio siglo de antigüedad, la historia de la telemedicina se remonta en realidad a más de un siglo atrás. En 1906, Willem Einthoven, un brillante fisiólogo y el inventor del primer electrocardiograma práctico, publicó un artículo en el que describía la grabación de las señales cardíacas eléctricas de un paciente en un hospital en su electrocardiograma y su transmisión a una distancia de 1,5 km [5]. La llegada de la radio moderna abrió una nueva vía para las comunicaciones a larga distancia y fue rápidamente adoptada por médicos noruegos en los años 20 para ofrecer asesoramiento médico a los miembros de la tripulación de los barcos que caían enfermos en alta mar [5].

Una aplicación más sofisticada se produjo en los años 60 en Boston (Massachusetts, Estados Unidos) [6]. Los investigadores establecieron una conexión audiovisual por microondas bidireccional entre el Hospital General de Massachusetts y el cercano Logan International Airport, e incluso incorporaron un estetoscopio electrónico y otras herramientas de diagnóstico electrónicas (conectadas al examinado por el personal sanitario en el sitio) [6]. Utilizaron esta disposición para examinar satisfactoriamente a 1000 pacientes en el período comprendido entre el 1 de agosto de 1968 y el 27 de diciembre de 1969 [6]. El rápido desarrollo tecnológico pronto dejó obsoletos los incómodos y costosos equipos de comunicación por microondas, y marcó el comienzo de la era de la World Wide Web, que amplificaba enormemente el alcance y las ventajas de la telemedicina.

¿Cuáles son las ventajas de la telemedicina?

La telemedicina presenta varias ventajas distintivas en comparación con el enfoque presencial convencional. La más obvia se manifiesta cuando los pacientes viven en comunidades aisladas o regiones remotas, o están «condicionados geográficamente» de cualquier otra forma y no pueden visitar fácilmente a su médico de cabecera o a otros especialistas.

El enfoque remoto también resulta útil en los pacientes con movilidad reducida y en aquellos que viven en centros de atención asistida, como pacientes con la enfermedad de Parkinson (especialidad de teleneurología) [7]. Sin embargo, de forma más general, las personas que más se benefician (o beneficiarían) son grupos demográficos tradicionalmente desatendidos que, debido a su estatus socioeconómico y a su ubicación geográficamente remota, no tienen acceso a servicios sanitarios de calidad [8].

La segunda ventaja que suele señalarse es la reducción de los costes asociados a los desplazamientos para visitar al profesional sanitario (o viceversa), el coste del personal auxiliar que recibe al paciente, los gastos administrativos, etc. Algunos estudios sugieren que el ahorro de costes puede ser significativo, especialmente para el paciente [9, 10]. Sin embargo, se necesitan estudios más sólidos y exhaustivos para dilucidar mejor las ventajas económicas a largo plazo.

La tercera ventaja, que desde el punto de vista actual es bastante relevante, es la eliminación completa de la posibilidad de transmisión de una enfermedad infecciosa entre el paciente y los trabajadores sanitarios. Además de protegerse de la posible infección por el virus de la COVID-19, otra enfermedad infecciosa de la que podrían librarse los pacientes es la infección por Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM), que aumenta significativamente el riesgo de muerte prematura en pacientes hospitalizados con un sistema inmunitario debilitado [11-15]. Sin embargo, a pesar de esta y de otras ventajas, la telemedicina está aún, en muchos aspectos, lejos de convertirse en parte integrante de la asistencia sanitaria moderna.

¿Cuáles son los retos de la telemedicina?

Los retos que impiden un mayor uso de la telemedicina son numerosos y se dan, en primer lugar, en el otro participante cuando se trata de la distancia física entre médico y paciente. Hablamos de la falta de un enfoque práctico. Existen muchas afecciones médicas que no pueden diagnosticarse ni detectarse únicamente a simple vista (a través de un vídeo). Los dispositivos de diagnóstico pueden mitigar este problema, pero muchos de ellos son caros, no pueden utilizarse fuera de los laboratorios de los especialistas o requieren personal especialmente formado, anulando muchas de las ventajas del uso remoto. Sin lugar a dudas, el progreso tecnológico futuro sorteará estos problemas con la introducción y la proliferación de dispositivos portátiles de diagnóstico basados en el IoT precisos y fiables [16].

Otro punto importante señalado por algunos investigadores es la reticencia por parte de los profesionales sanitarios y de los pacientes a utilizar tecnología moderna o protocolos de trabajo específicos de la telemedicina que se alejan del enfoque convencional. Por último, las complejidades y las vulnerabilidades de (ciber)seguridad asociadas al tratamiento eficaz del gran volumen de datos (coloquialmente conocido como macrodatos) recogido y procesado como parte del tratamiento y del diagnóstico remoto plantean un desafío tanto legal como tecnológico [17, 18].

Por suerte, se han hecho grandes avances para remediar estos últimos problemas, principalmente a través del desarrollo de historias clínicas electrónicas (HCE). Las HCE ofrecen una representación casi sin errores (por parte del usuario, como la mala escritura que puede encontrarse en las historias en papel) de los datos obtenidos a través de canales telemédicos o convencionales, la rastreabilidad de los cambios, una gran facilidad a la hora de compartir información a través de Internet o de las redes locales, y mucho más [19-25].

Asimismo, hay varias soluciones técnicas de diagnóstico nuevas en el mercado que tienen como objetivo integrar la compatibilidad con las HCE y su uso compartido de forma remota en los propios dispositivos de diagnóstico. Estas soluciones ofrecen a los profesionales sanitarios una mayor flexibilidad laboral al permitirles decidir dónde quieren examinar al paciente y quién puede tener acceso a los datos del mismo para un tratamiento posterior o procedimientos de diagnóstico adicionales. Sin embargo, aún no se han convertido en un elemento básico de la consulta sanitaria moderna.

La telemedicina ofrece una alternativa viable al enfoque convencional para pacientes específicos y puede prestar un valioso servicio complementario a los usuarios de la asistencia sanitaria en general. Sin embargo, varias barreras tecnológicas, prácticas, culturales y legales impiden actualmente su mayor utilización.