Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte en todo el mundo, y es probable que la mortalidad aumente en el futuro, debido en gran medida al crecimiento de la población y al envejecimiento [1]. Solo en 2020, las ECV representaron aproximadamente 19 millones de muertes, mientras que los fallecimientos causados por cáncer, la segunda mayor causa de muerte, alcanzaron la cifra de 10 millones el mismo año [2] [3]. Tradicionalmente, las ECV se han considerado enfermedades de ricos, ya que afectaban a personas de países desarrollados desde el punto de vista económico que podían permitirse el estilo de vida que las causaba. Sin embargo, la prevalencia de las ECV está ahora en auge en los países con ingresos bajos y medios [4]. Por suerte, existen formas prácticas y rentables de evaluar el riesgo cardiovascular. La velocidad de onda de pulso (utilizada para evaluar la rigidez arterial) es un indicador independiente de la mortalidad y de la morbilidad cardiovasculares [10] [11]; que puede medirse en tan solo un minuto junto con otros exámenes arteriales como, por ejemplo, la medición automatizada del índice tobillo-brazo (ITB). Todo ello contribuye de forma considerable a un examen arterial avanzado.
En este blog, obtendrá la siguiente información:
La velocidad de onda de pulso (PWV) es la velocidad a la que el pulso de la presión arterial se propaga a través del sistema circulatorio, ya se trate de una única arteria o de un tramo combinado de varias arterias [5]. Para consultar una definición detallada de la PWV, haga clic aquí.
El concepto de PWV fue introducido por John Crighton Bramwell a principios del siglo XX, cuando llevó a cabo una extensa investigación sobre la relación entre los valores de la PWV y la elasticidad de la pared arterial [6] [7]. La importancia clínica de la PWV se reconoció en los años 60, cuando la tecnología permitió mediciones más precisas de la velocidad de onda de pulso. Un hallazgo significativo fue descubrir que la PWV era más alta en los pacientes diabéticos y que existía una correlación positiva entre una PWV elevada y los cambios ateroscleróticos de las arterias [8] [9]. Este descubrimiento se amplió aún más en investigaciones posteriores, con la sólida evidencia de que la PWV es un indicador de futuros episodios cardiovasculares y mortalidad por cualquier otra causa.
La rigidez arterial, medida de forma indirecta por la PWV, es un indicador independiente de mortalidad y morbilidad cardiovasculares [10] [11]. En general, la rigidez arterial aumenta a medida que envejece una persona, lo cual responde al desgaste de las fibras de elastina (sustituidas gradualmente por un colágeno más rígido) en las paredes arteriales, pero este proceso puede acelerarse, también debido a factores de riesgo cardiovascular (consumo de tabaco, diabetes, hipertensión, obesidad, falta de actividad física, etc.) [12]. Esto convierte la PWV en un biomarcador integrador porque refleja el efecto combinado de factores modificables y no modificables en la salud arterial y, por tanto, en todo el sistema cardiovascular.
Según las investigaciones, cada aumento de 1 m/s en la PWV incrementa la mortalidad cardiovascular en general un 12-14 % [13]. Asimismo, las Directrices ESC/ESC para el Tratamiento de la Hipertensión de 2018 clasifican una PWV carótida-femoral de más de 10 m/s como daño orgánico asintomático [14]. A modo de comparación, el valor de la PWV de referencia medio para personas sanas de menos de 30 años (con una presión arterial óptima o normal y sin factores de riesgo cardiovascular) es de 6,2 m/s [15]. Tenga en cuenta que este valor de referencia es relevante para la población europea, y es posible que los valores de referencia sean diferentes para otras poblaciones [16].
Existen varios métodos de medición de la PWV. Algunos son más precisos que otros, pero también son más costosos y complejos de utilizar. En general, los métodos pueden dividirse en no invasivos e invasivos, así como en regionales y locales (según el alcance de la evaluación). Un procedimiento invasivo, que apenas suele llevarse a cabo debido a su complejidad y costes, pero que se considera el estándar de referencia para medir la PWV aórtica, es la cateterización [17]. Los métodos no invasivos incluyen imágenes de resonancia magnética (IRM) que, naturalmente, resultan costosas y solo se utilizan en circunstancias específicas, y los que usan brazaletes de presión para medir la PWV carótida-femoral (cfPWV), la PWV del tobillo-brazo (baPWV) y la PWV del dedo de la mano-dedo del pie (ftPWV) [18] [19] [20]. Todos estos métodos tienen sus ventajas y limitaciones: algunos son más adecuados para su uso en entornos hospitalarios y ambulatorios, mientras que otros son más prácticos y rentables de utilizar (con un valor clínico aceptable como indicador de la rigidez arterial). Un ejemplo perfecto de estos últimos métodos sería la medición de la baPWV, ya que puede realizarse con los mismos dispositivos de diagnóstico que pueden medir elíndice tobillo-brazo (ITB).
La PWV y el ITB pueden ofrecer mucha información sobre el estado vascular de las extremidades inferiores (y, de forma indirecta, sobre el estado general del sistema cardiovascular), algo que interesaría a un podólogo (y a muchos otros profesionales médicos).
Los podólogos se enfrentan a muchas enfermedades y afecciones causadas por un riego sanguíneo inadecuado. El ejemplo más destacado es la enfermedad arterial periférica (EAP), que puede dar lugar a úlceras por insuficiencia arterial y, en última instancia, gangrena, lo que lleva consigo una alta tasa de mortalidad [21]. La EAP también se correlaciona positivamente con una mayor probabilidad de sufrir episodios cardiovasculares y cerebrovasculares, así como con una mortalidad asociada [22], [23]. . Esta afirmación es preocupante, ya que la prevalencia de la EAP está aumentando de forma continua (se estima que el número de personas de 25 años con EAP en 2015 era de al menos 236 millones). No solo la EAP está relacionada con la morbilidad, sino que también puede limitar la movilidad de una persona y su calidad de vida debido al dolor sufrido al caminar (claudicación intermitente) o a las amputaciones [24] [25]. Asimismo, la prevalencia y la morbilidad de la EAP no pueden calcularse de forma eficaz basándose en el número de pacientes diagnosticados porque la mayoría de las personas con EAP es asintomática [26].
Además de contribuir al diagnóstico y a la evaluación de la EAP, la medición del índice tobillo-brazo (ITB) puede ayudar a diferenciar entre los dos tipos más comunes de úlceras de las extremidades inferiores: las úlceras venosas y las úlceras por insuficiencia arterial (isquémicas). Las primeras son las más frecuentes y representan en torno al 72 % de todos los casos, mientras que las últimas están presentes en entre el 10 % y el 30 % de los pacientes con úlceras de las extremidades inferiores [27]. El resto son úlceras neuropáticas, linfáticas e infecciosas de etiología mixta, que pueden ser especialmente difíciles de tratar, ya que suelen aparecer en pacientes diabéticos [27]. Las diferentes etiologías y mecanismos fisiopatológicos subyacentes requieren diferentes tratamientos [28]. Existe una comorbilidad significativa entre los dos tipos más habituales de úlceras, ECV, EAP y diabetes, lo que es un factor de riesgo en sí mismo para la ulceración de las extremidades inferiores, así como para la EAP y otras ECV [29] [30] [31].
Por suerte, algunas de las mismas herramientas utilizadas para diagnosticar y evaluar la EAP pueden usarse para medir la PWV, lo que ofrece al podólogo una imagen más completa del estado cardiovascular del paciente y puede resultar útil a la hora de elaborar un plan de tratamiento. Un ejemplo es MESI mTABLET ABI, al que puede añadirse la aplicación PWV.
Este tipo de soluciones sitúan a los podólogos en una posición única para identificar a los pacientes con mayor riesgo de sufrir futuros episodios cardiovasculares (incluso si no han sido diagnosticados previamente de ECV, como la EAP) a través de la evaluación del ITB y de la PWV. El sistema de diagnóstico MESI mTABLET también permite compartir de inmediato el resultado del ITB y/o de la PWV con otro especialista.
Un prerrequisito para medir la PWV con MESI mTABLET es el módulo MESI mTABLET ABI con cuatro brazaletes inflables para medir el ITB y otros parámetros de la presión arterial, además de la PWV. La aplicación PWV de MESI permite realizar una medición simultánea rápida, sencilla y totalmente automatizada del ITB y de la PWV (baPWV y cfPWV, calculadas según la altura del paciente) y comparar esta última con los valores de referencia (de acuerdo con el Grupo Europeo de Colaboración de la Rigidez Arterial). Todos los resultados se guardan de forma automática en el almacenamiento gratuito basado en la nube MESI mRECORDS, que es accesible desde cualquier dispositivo con conexión a internet y por cualquier persona que disponga de una autorización adecuada. Los resultados de medición de la PWV también se pueden compartir al instante con otros especialistas remotos y profesionales sanitarios. El destinatario no necesita un dispositivo MESI mTABLET, ya que recibe la pantalla de resultados en formato PDF, con los datos del paciente anonimizados según la legislación aplicable.
¿Qué es la velocidad de onda de pulso y por qué es importante en la práctica clínica?